lunes, 9 de mayo de 2016

CARTAS A ROMA IV.- PEQUEÑAS COSAS


Querido romano:
La espartana sufrió un accidente, pero no temas, está bien.
Siempre lo está.


El pasado día salimos al atardecer.
 Paseábamos riendo, jugando, relatando confidencias...
Sentimos el ruido de un jinete a caballo. 
Al momento siguiente el animal y su montura estaban en el suelo, sobre la pierna de la bien amada.
Montaba un muchacho de apenas diez años. 
Se incorporaron
Ella tenía los ojos cerrados.
Permanecimos en silencio.
Con ese pánico que a veces nos da la vida cuando parece que va a arrebatarnos algo.
Odio esos tres puntos de suspense.

Luego se levantó y miró al crío, seguía quieto. 
Supongo que indeciso entre huir o esperar los latigazos que recibiría con la dignidad de un pequeño hombre.
La había reconocido y temía que su castigo sería mayor. 
Era la gran sacerdotisa.


Ella se dirigió a él.
Le levantó la barbilla. 
Escudriñó su rostro tan colorado como la sangre.
-¿Te has hecho daño?
Él niño negó con la cabeza.

Havira empezó a regañarlo con fiereza, como si las palabras de su ama le dieran permiso. 
Gritaba tan fuerte que la gente empezó a acercarse.
Ella la silenció con una mirada severa. 
El niño huyó hacia los brazos de un hombre que se acercaba presuroso. 
El lo acogió y miró asustado hacia delante.

Entonces la espartana llamó a la montura con un corto silbido.
El caballo vino manso, sumiso, tranquilo. 
Montó de un salto dejando su pierna herida recostada en el lomo del animal, en una postura que parecía indicar que estaba rota.
Cuando llegó a la altura del guerrero y su hijo. Le tendió los brazos al padre y le pidió que montara al niño
El hombre se tensó tanto que parecían que sus músculos fueran a estallar.
Esa mujer tiene fama de imprevisible.
A pesar de su bondad, despierta grandes temores entre los humanos.

El niño contenía las lágrimas haciendo un esfuerzo titánico. 
Su pecho subía y bajaba como si sollozara por dentro. 
Entonces ella lo embrujó con una de sus sonrisas y él mismo subió, desprendiéndose de los brazos que tan fuertemente lo sujetaban.

Sólo entonces la espartana habló.
-Nunca haría daño a un niño. Fue un accidente. Sólo quiero dar un paseo con él para que me prometa que volverá a subir a caballo, que no tendrá miedo y que nunca dejará de llorar cuando sienta ganas de hacerlo. El agua debe fluir, no enseñes a tu estirpe a retenerla.

Dio un giro a la brida y marcharon galopando. 
La gente se dispersó volviendo a sus tareas.

-Las grandes hazañas son pequeñas cosas-. Me dijo Havira tirando de mi brazo para que la siguiera.
-¿Cuando volverá?.- Pregunté a la anciana que la había criado. Al hablar más calmada pude apreciar la belleza de se rostro maltratado por los años y el sol.
-Cuando quiera, pero volverá. No temas. Cojeará unos cuantos días, pero nadie recordará este día, más que ese muchacho


Se equivocaba. Yo recordaré este día...
 y ahora tú también.

Detrás de tu reino
Hay otros mundos
Te equivocas conquistándolos





8 comentarios:

  1. Ahora falta saber qué separa a ambos, si es la distancia, o es algo peor. Parece que esa mujer es de armas tomar. Continúa, que la historia ha de seguir. Un abrazo.

    ResponderEliminar
    Respuestas
    1. Querido profe, no sé si te sorprenderá lo que tengo pensado y es muy difícil de entender, contra más de explicar, pero estoy dispuesta intentarlo y sienta muy bien, saber que te tengo ahí para que no me pierda y ¡vuelva de mis enredos. Tk. besotes

      Eliminar
  2. Una bellísima historia y muy bien narrada. te va llevando y si bien el final es el que uno desea el toque especial del dialogo con la anciana le da el sabor y la dulzura. es cierto yo tampoco podré olvidarle. Me queda una sola duda, no sé si a la esperanza hay que matarla o dejarla que muera sola... ¿Podrá ayudar el tiempo, o la distancia?... perdón por los tres puntos...

    ResponderEliminar
    Respuestas
    1. Querido Alberto:
      Muchas gracias. En eso de matar esperanzas llevo yo toda una vida y aún no tengo la respuesta. Creo que hay personas que viven sujetas a esperanzas, algunos le llaman sueños; a ellas las suaviza el tiempo, pero la esperanza se niega a morir y ellas no saben matarla. Difícil trance amigo. respeto a tus puntos reflexivos, no te disculpes, pues me encantan, siempre siento cunado los pones que me abres a la reflexión. Y ya sabes que es una de las muchas cosas que más adoro de ti. besitos.

      Eliminar
  3. Maravillosa historia que embriaga. Sus personajes, tu forma de describirlos, la situación.. Todo es un sueño, mi querida amparo. Un lujo para leer!!! Besos

    ResponderEliminar
    Respuestas
    1. Gracias mi ángel. Tu libro me sugestionó mucho para escribir. Me incita a este mundo imaginario y fantástico donde ,los sentimientos son más reales que los soñados. besos mi niña. TK

      Eliminar
  4. Mucho sentimiento.....precioso. Esas pequeñas cosas los chicos (jajaj)...no las olvidamos jamás. Fantástica historia. Abrazo y como siempre mil cariños desde Buenos Aires

    ResponderEliminar
    Respuestas
    1. Gracias hada. es cierto, de niños sabemos guardar esas cosas pequeñitas que tanto valen. Muchos besitos mi niña linda

      Eliminar

Nota: solo los miembros de este blog pueden publicar comentarios.