viernes, 29 de agosto de 2014

POLONIA INTRODUCIÓN



En las próximas entradas, iré combinando mis poemas con mis experiencias personales, como vengo haciendo últimamente.

Una vez más, ambos lados, opuestos, complementarios e inseparables, completan mis dos lados, mis dos caras y mi creencia en que nada funciona correctamente sin su parte opuesta y a la vez suplementaria.
No esperéis de mi viaje, mis anécdotas y mis relatos un artículo de viajes.
Por más que quisiera, no sabría hacerlo. Y hablo con conocimiento de causa, pues los blogs de viajes son unos de mis preferidos y es un talento que no tengo.
Pienso escribiros desde mi punto de vista, totalmente egocéntrico y relamido, mi "yo", basado en mis sentimientos y en mi forma personal e intransferible de vivir las cosas.

¿Qué me llevó a Polonia"
La casualidad, el destino, las sorpresas de la vida...

Por un tema personal, mis vacaciones quedaron desiertas de pronto y en un impulso, decidí hacer mi primer viaje sola.
El destino no me importaba demasiado, por la sencilla razón, de que encuentro que cada lugar tiene una magia especial y observar cualquier cultura diferente, es una manera de aprender a respetar y valorar la extensión de nuestro mundo.
Hacernos más humildes y más empáticos.

Me encontraba además con una novedad y es mi propio miedo a lo desconocido. Y no os hagáis los valientes, porqué casi todos sentimos este miedo en mayor o menor medida.

Moverme por la montaña es fácil para mi, pero ir a un país extranjero, lleno de ciudades y personas desconocidas y con mi despiste crónico como impedimento, resultaba un tanto difícil.
Por otra parte, sabía que saldría bien y que volvería con mi autoconfianza reforzada. Y sobre todo, con una fuerza nueva.
Yo misma me estaba cerrando puertas por culpa de mis temores. Necesitaba creer en mi misma y saber que podía salir al mundo sin más armas que mis flores y mi libreta.


Apareció Polonia y pensé, ¿porqué no?

De este país, no conocía gran cosa, salvo los detalles más cruentos de su historia, pero mi estado de ánimo no me dejaba emocionarme con este viaje tanto como lo había hecho con otros anteriormente.

Preparé la maleta la misma mañana en que salía, no consulté ningún detalle y me presenté al aeropuerto como quien va a realizar una obligación.

Al pasar por el control llegó mi primera sorpresa. Llevaba dos pinzas metálicas sujetándome el cabello, y aunque se lo comenté a la agente cuando sonó la alarma. Ella imperturbable decidió cachearme. Debo decir que en los últimos tiempos es la vez que me han tocado con más dedicación, minuciosidad, cuidado, y no sé si me lo imaginé, pero yo diría que hasta cariño.
Así pues, mi primera recomendación de viajera, es que si necesitáis amor, dejaros las horquillas en el pelo y tendréis una experiencia de tacto humano aceptable.

El avión, naturalmente, se retrasó casi una hora y media, y yo seguí con mi espíritu de fatalidad asumida.
Era un vuelo charter, un avión pequeño, y pasé el trayecto pegada como una lapa a la ventana, disfrutando de mi primer placer, el egoísmo solitario de no tener que compartir la ventana con nadie.

!Nunca dije que fuera perfecta!

Llegados al aeropuerto de destino el piloto anunció que debido a la tormenta no podíamos aterrizar en Wroclaw, como estaba previsto y que nos íbamos a Cracovia directamente.
Todos los ilusos ocupantes de aquel autobús volador, nos alegramos, ya que Cracovia era nuestro destino y aún teníamos la esperanza de cenar al llegar a nuestro lujoso hotel.
Media hora después aterrizábamos y la gente impaciente se ponía en pie.
Allí sólo se oían los excitados comentarios de mis compañeros, pero la tripulación no decía nada y ante nuestro desconcierto las puertas no se abrían y empezaron a cargar combustible.
Entonces, habló el Gran Capitán, y nos informó que volábamos de nuevo a Wroclaw.

Esto no sale en "Españoles por el mundo", pero cuando nos enfadamos somos dignos de salir en cualquier reallity que se precie.
Hubo un auténtico caos, y un motín que se solucionó con nuestro desembarco en tierras Cracovianas, tras lo que fue un largo y silencioso secuestro en le que nos ordenaron con rotundidad volver a nuestros asientos.
A mi que las subidas de tono me resultan desagradables, debo decir que me ha impactado el idioma, pues debido a su sonoridad, era como mi se riñeran o estuvieran enfadados, cuando a lo mejor me estaban diciendo lo mucho que me querían.

Así pisamos tierras polacas, desinformados, enfadados, agotados y desconcertados.


Nos dejaron en un aeropuerto desierto, en obras y sin un sólo punto de información.
Llamé a nuestra agencia, pues a pesar de la empanada guardaba el número de emergencias, y fuimos nosotros los que les informamos a nuestros guías que seguían esperándonos en Wroclaw.
Nos dijeron que en hora y media nos venían a buscar.
Entre unas cosas y otras ya eran las 12:30 de la madrugada.

Cuando por fin estábamos en al autobús de camino a nuestro hotel, el no va más de la modernidad, todo por tablet, empiezan a leer una lista de las personas que han sido desviadas a otro hotel, que también está muy bien.
Algunos nos llaman "gafés", yo diría que a la suerte le cuesta sonreírme. Sabía que era una de los escogidos para el hotel que estaba a las afueras de la ciudad y no en el mismo centro, como el que contraté, y así fue.

Aquí perdí el contacto con las primeras personas con las que establecí comunicación en el viaje, pero lo peor es que en Polonia, no se fuma en las habitaciones de hotel. No sólo está prohibido sino que además te multan en caso de que lo hagas.
Para los que no fumáis, ahora estáis diciendo que bien, así no tenéis que oler el desagradable olor del tabaco que queda impregnado en todas partes. Los que fumáis, como yo, entendéis el inmenso problema que supone tener que bajar a la calle cada vez que la nicotina pide su dosis.
Yo, que tengo cierta tendencia al dramatismo cuando estoy cansada, tenía ganas de llorar, pero me controlaba por eso de que ya el primer día no te señalen como la "rarita", me gusta más cuando me llaman rara a la luz del día, así que esperaba a la mañana siguiente para que me descubrieran en todo mi esplendor.

Dos de la mañana y peleo con la tarjeta para entrar en mi habitación.
Llamadme antigua, pero he pasado cada día las misma tribulaciones con la dichosa llave
¿porqué abandonamos la clásica?
¿la que era imposible perder o descodificar?
 ¿soy la única nostálgica  de llaves que queda?

Cuando conseguí entrar en mi mega habitación, descubrí una cafetera, o más bien "calienta agua" para echar polvos hasta imitar un café con leche.


 Abrí mi picnic nocturno y probé la lechuga que ya no me abandonaría ni un sólo día tanto en comidas como cenas


 E investigué la habitación entera despejada por completo y encantada con mi excitado estado de aventura.
Hasta me atreví con los selfies, que tienen lo suyo!!!




Como no hice mis deberes antes de viaje, no me había enterado que Polonia, pese a estar en la Unión Europea, tiene su propia moneda, el zloty, que equivale a un cuarto de euro más o menos; que la mitad de mi ropa veraniega de la maleta no me serviría, pues en un día varía constantemente la temperatura y hace más bien fresco; que necesitaba un paraguas urgente, pues raro es el día que no llueve (esto va por los que me dijisteis que no fuera a Londres que llueve mucho. Ja, ja,ja).

Sé que pensáis que no parece la historia de un gran amor.

A veces el amor empieza así, con miedo, con desconfianza, con caídas. Y luego llega el sentimiento, lo sublime, lo especial, la hermosura...

Así me enamoré de Polonia.

No como con otros países que fue amor a primera vista, esta vez fue fruto de la madurez, de las experiencias y juntas hemos compartido un viaje externo e interno que os iré contando con calma, con respeto y con mucho, mucho cariño.

Debo agradecer a este viaje y experiencia, que me ha enseñado muchas cosas, entre ellas a amarme y aceptarme .
Y a comprender que quien no me acepte y me aprecie, no merece estar conmigo, pues no estoy sola, me acompañan muchas cosas y personas que quiero y necesito en mi vida y soy una persona afortunada que valora mi suerte.


Buenas noches soñadores